August 2, 2025

Después de casi dos décadas, El Diablo Viste de Prada 2 regresa con una mirada feroz, sofisticada y actualizada al despiadado mundo de la moda. Esta vez, Andy Sachs (interpretada nuevamente por Anne Hathaway) ha dejado atrás el periodismo y se ha convertido en una poderosa figura en el mundo editorial digital. Pero cuando Runway Magazine sufre una crisis existencial en la era de las redes sociales y los influencers, una figura del pasado vuelve a aparecer: Miranda Priestly.

Meryl Streep encarna a Miranda con una elegancia aún más letal y contenida que en la primera entrega. Ya no necesita levantar la voz para controlar una sala entera; un solo gesto basta. La relación entre ella y Andy evoluciona hacia un terreno más complejo, donde el respeto, la rivalidad y una sutil forma de afecto se entrelazan de forma magistral. La química entre las actrices es magnética, cargada de tensión emocional y poder contenido.

La película explora el choque generacional en la industria de la moda: la vieja guardia representada por Miranda y los nuevos rostros que dominan TikTok e Instagram. Emily Charlton (Emily Blunt), ahora directora creativa de su propia firma de relaciones públicas, regresa con aún más sarcasmo y estilo que nunca. Su alianza inesperada con Andy para salvar Runway añade un giro delicioso y repleto de momentos memorables.

Visualmente, El Diablo Viste de Prada 2 es un banquete: desfiles deslumbrantes, oficinas hipermodernas en Nueva York, y escenarios que van desde Milán hasta Tokio. El vestuario, como era de esperarse, es una declaración en sí mismo. Los diseñadores más renombrados del momento colaboran para ofrecer una pasarela cinematográfica que deslumbra y provoca suspiros.

Más allá del glamour, la cinta plantea preguntas profundas sobre la ambición, la identidad y el precio del éxito. ¿Hasta qué punto uno puede conservar su integridad en un mundo donde la imagen lo es todo? ¿Puede una mujer poderosa envejecer con gracia en una industria que valora lo joven y nuevo? Estas preguntas resuenan en cada escena, elevando la narrativa a otro nivel.

Con una dirección firme y un guion afilado como una aguja de alta costura, El Diablo Viste de Prada 2 no solo honra a su predecesora, sino que la supera en profundidad emocional y relevancia contemporánea. Es una secuela que no pedimos, pero que necesitábamos: brillante, mordaz y absolutamente inolvidable.