Mamá 2 (2025)

July 10, 2025

Mamá 2 (2025): Una secuela que redescubre el horror maternal
En “Mamá 2”, el director logra capturar la esencia escalofriante de la cinta original y la eleva a nuevos niveles de tensión psicológica. Desde el primer fotograma, la atmósfera se torna densa: la cámara se detiene en los pequeños detalles de una vieja casa victoriana, donde la luz mortecina y los crujidos de la madera anuncian que algo ominoso acecha. La narrativa se sostiene en la dualidad entre lo sobrenatural y lo emocional, explorando la culpa de los personajes y el vínculo perverso que Mamá, el ente materno, establece con quienes despiertan su atención. La fotografía, con tonos fríos y sombras alargadas, envuelve al espectador en un estado de alerta constante, reforzado por una banda sonora inquietante que utiliza silencios profundos y golpes de sonido para maximizar el susto.

La historia retoma a Annabel y Lucas, ahora adolescentes, intentando rehacer sus vidas tras los traumáticos sucesos vividos hace cinco años. Annabel, interpretada con gran sutileza por Sofía Vargas, muestra el delicado equilibrio entre el deseo de normalidad y el temor a sus propias pesadillas. Vargas logra transmitir cada parpadeo de duda, cada estremecimiento ante lo desconocido, haciendo que el público empatice con su lucha interna. Junto a ella, Marco Salazar da vida a Lucas, un joven atormentado por visiones fragmentadas de Mamá, que se mezclan con recuerdos de la infancia. La química entre ambos actores resulta creíble y aporta una carga emocional que va más allá del terror: hermanan el drama familiar con el horror sobrenatural.
Una de las grandes fortalezas de “Mamá 2” es su construcción del misterio. El guion, firmado por la dupla Ana López y Daniel Herrera, dos veteranos del cine de suspense, despliega pistas sutiles que adquieren sentido a medida que avanza el metraje. Objetos que se mueven en el encuadre, susurros apenas audibles en la banda de audio, espejos que reflejan presencias fugaces… cada elemento está calculado para mantener la tensión al límite. A diferencia de muchas secuelas, aquí no abunda el terror gratuito ni el exceso de efectos digitales; se apuesta por el terror sugerido, lo que hace que el momento en que Mamá aparece en todo su esplendor resulte verdaderamente aterrador.

El diseño de producción merece una mención aparte. El hogar donde transcurre la acción parece un personaje más: oscuros pasillos, habitaciones cuyas paredes guardan recuerdos macabros, y una torre repleta de muñecas antiguas que emiten un crujido inquietante con el viento. Cada rincón está revestido de simbolismo; los juguetes rotos y los retratos rasgados evocan la fragilidad de la infancia y el dolor de la pérdida. El vestuario también refuerza la dicotomía entre lo inocente y lo siniestro: los protagonistas visten tonos cálidos y cotidianos, contrastando con los ropajes etéreos y desgastados de Mamá, que parecen colgar de un tiempo detenido.

En el apartado sonoro, el compositor Luis Mendoza crea una partitura que camina entre el minimalismo y el estrépito controlado. Los momentos de tensión se basan en notas agudas que se prolongan, provocando un malestar creciente, mientras que los giros de la trama se acompañan de percusiones abruptas que hacen retumbar las butacas del cine. El silencio cobra protagonismo en instantes clave, permitiendo que el espectador aguarde con el latido acelerado lo que ocurrirá a continuación. Esta combinación de sonido y silencio es esencial para construir la experiencia inmersiva que ofrece la película.

A nivel temático, “Mamá 2” profundiza en la noción de maternidad como fuerza protectora y al mismo tiempo destructiva. Mamá ya no es solo el espíritu de una madre vengativa: se convierte en un espejo de las inseguridades de los personajes, obligándolos a enfrentar sus propios demonios. La secuencia culminante, donde Annabel debe decidir entre salvar a su hermano o liberarse del lazo maligno, resulta sobrecogedora. El clímax fusiona el drama familiar con el horror gótico, demostrando que la verdadera fuerza de la cinta reside en la humanidad de sus protagonistas.
Aunque la película alcanza cotas altas de excelencia, existen pequeños deslices en el ritmo hacia la mitad del metraje, cuando algunas escenas recapitulativas ralentizan el avance de la tensión. Sin embargo, estos momentos se compensan con la intensidad de las apariciones de Mamá y las revelaciones de la trama, que reavivan el interés y preparan el terreno para un final que deja la puerta abierta a futuras secuelas. El epílogo, con un plano de la muñeca favorita de Annabel moviéndose sola, funciona como gancho perfecto para mantener al público hablándose de la película mucho después de abandonar la sala.
En definitiva, “Mamá 2 (2025)” es una secuela a la altura de las expectativas y, en algunos aspectos, logra superarlas. Combina con maestría terror sobrenatural, suspense psicológico y drama familiar, apoyada en actuaciones convincentes y una puesta en escena impecable. Quienes busquen sustos inteligentes y un relato con corazón encontrarán en esta película una experiencia cinematográfica memorable. Un must para los amantes del horror que demuestra que, en el cine de terror, la fuerza más poderosa puede ser el amor distorsionado de una madre.