MATÉ A MI MADRE (2025) | Reestreno oficial

August 26, 2025

“I Killed My Mother” (2025) llega como una de las propuestas cinematográficas más impactantes y provocadoras del año, un drama íntimo que explora los rincones más oscuros de la identidad, el amor y la relación conflictiva entre un hijo y su madre. En esta nueva versión, el guion se atreve a reimaginar la crudeza del vínculo familiar y a trasladarla a un terreno aún más personal, con un protagonista homosexual que lucha entre la necesidad de ser comprendido y la sensación de estar atrapado en una cárcel emocional construida por el rechazo y la incomunicación.

La historia sigue a Julien, un joven que atraviesa la difícil transición hacia la adultez mientras enfrenta un torbellino de emociones encontradas hacia su madre, Claire. Su relación se convierte en un campo de batalla donde el amor se mezcla con el resentimiento, y donde cada palabra se transforma en un arma cargada de reproches y silencios no resueltos. Lo fascinante de la película es la forma en que muestra cómo el entorno social y la falta de aceptación agravan una herida que ya existía desde la infancia.

Con una narrativa visual cargada de simbolismo, la película no se limita a contar un conflicto familiar, sino que se adentra en el alma del protagonista para mostrar la brutalidad de sentirse incompleto en el lugar que debería ser su refugio. Los espacios claustrofóbicos, los silencios prolongados y los gestos contenidos transmiten esa sensación de asfixia que Julien experimenta, mientras intenta construir su identidad en medio de un mundo que constantemente lo juzga.

La actuación del protagonista es uno de los grandes aciertos de la obra: logra transmitir una vulnerabilidad conmovedora y, al mismo tiempo, una furia contenida que estalla en momentos inesperados. La química entre los actores, especialmente en las confrontaciones madre-hijo, resulta tan intensa que el espectador se siente testigo incómodo de una verdad demasiado dolorosa para ignorar.

El director apuesta por un tono visceral, sin concesiones, que obliga al público a enfrentarse con sus propios prejuicios y heridas emocionales. No hay melodrama gratuito ni soluciones fáciles; en cambio, lo que se ofrece es un espejo incómodo de las relaciones humanas, en el que cada espectador puede verse reflejado en mayor o menor medida. El hecho de que la película explore la homosexualidad no como un cliché, sino como un eje de vulnerabilidad y resistencia, la convierte en una obra valiente y necesaria.

“I Killed My Mother” (2025) no es simplemente una película sobre el odio o el resentimiento, sino un grito desgarrador sobre la necesidad de ser visto, escuchado y amado tal cual uno es. Es un viaje emocional intenso, a veces doloroso, pero también profundamente liberador, que invita a reflexionar sobre el poder destructivo y, al mismo tiempo, sanador del amor. Una experiencia cinematográfica que quedará grabada en la memoria de quienes se atrevan a enfrentarse con ella.