Taekwondo (2016)
August 19, 2025
“Taekwondo” (2016) es una película que, bajo una apariencia sencilla, esconde una profundidad emocional que sorprende y atrapa desde los primeros minutos. La historia se desarrolla en un ambiente veraniego, cálido y casi despreocupado, donde un grupo de amigos se reúne en una casa de campo para compartir días de sol, risas y complicidad. Sin embargo, dentro de esa atmósfera relajada, el filme construye un relato íntimo, cargado de tensión emocional y deseo contenido, que transforma lo cotidiano en un terreno lleno de intensidad.

La película se centra en Germán y Fernando, dos personajes que parecen encarnar polos opuestos pero que en realidad comparten una conexión invisible, casi magnética. Germán, con una personalidad más abierta y despreocupada, encarna la libertad del momento; mientras que Fernando, más reservado y serio, guarda en su interior emociones que buscan un espacio para manifestarse. Esa dualidad convierte cada mirada, cada silencio y cada gesto en un lenguaje propio que dice mucho más que las palabras.
Uno de los aspectos más cautivadores de “Taekwondo” es la forma en que trabaja el subtexto. La cámara se mueve con naturalidad, capturando conversaciones aparentemente banales, juegos entre amigos y escenas de convivencia que, bajo la superficie, revelan un universo de atracción, incertidumbre y descubrimiento. No se trata de un romance evidente, sino de una danza silenciosa entre la amistad y el deseo, entre lo que se muestra y lo que se calla.
La dirección logra transformar la cotidianidad en algo poético. Las tardes soleadas en la piscina, las charlas nocturnas y las bromas entre los jóvenes adquieren un peso narrativo que los eleva por encima de lo trivial. El espectador se siente partícipe de esos momentos, casi como un invitado más dentro del grupo, y al mismo tiempo es testigo privilegiado de la creciente tensión emocional entre los protagonistas.
“Taekwondo” no necesita grandes giros dramáticos para mantener la atención; su poder reside en la autenticidad de las interacciones humanas. Cada escena parece capturar la esencia de la juventud: la camaradería, la libertad, la curiosidad y, sobre todo, el despertar de sentimientos que cambian la manera en que uno se percibe a sí mismo y a los demás. Esa autenticidad convierte a la película en un retrato generacional, sensible y honesto.

En definitiva, “Taekwondo” es un filme que brilla por su sencillez y su profundidad al mismo tiempo. Es un viaje íntimo hacia las emociones más escondidas, una invitación a reflexionar sobre la amistad, la atracción y el poder de los vínculos humanos. No se trata únicamente de una historia de verano, sino de una experiencia cinematográfica que habla del descubrimiento personal y de cómo, a veces, los momentos más simples son los que dejan huellas más duraderas en la memoria y en el corazón.
